CONGREGACIÓN

La Congregación para la Evangelización de los Pueblos (De Propaganda Fide) y su Archivo Histórico

La Congregación para la Evangelización de los Pueblos, históricamente denominada “De Propaganda Fide” es uno de los Dicasterios que forman la Curia Romana, es decir “el conjunto de los Dicasterios y organismos que ayudan al Romano Pontífice en el ejercicio de su supremo oficio pastoral para el bien y el servicio de la Iglesia universal y de las Iglesias particulares, ejercicio con el que se refuerzan la unidad de fe y de comunión del Pueblo de Dios y se promueve la misión propia de la Iglesia en el mundo”, tal y como la define el mismo Papa Juan Pablo II en el artículo 1 de la Constitución Apostólica Pastor Bonus.

La fundación de la Congregación “de Propaganda Fide” fue un momento importante para la misma Iglesia de crecimiento en la conciencia de la propia llamada inalienable a anunciar a Cristo, único Salvador del mundo, y de deber, por lo tanto, guiar, estimular y organizar todas las fuerzas a su disposición de forma que este anuncio salvífico llegase a todos los pueblos.

Es precisamente éste el mensaje que nos quiere transmitir el texto del acta de la primera reunión de los Cardenales miembros de la nueva Congregación “de Propaganda Fide”, redactado el día 6 de enero de 1622, fecha de la fundación del Dicasterio: […] Sanctissimo in Christo Pater, et Dominus Gregorius Divina Providentia PP. XV., animadvertens, praecipuum Pastoralis Oficij caput esse propagationem Fidei christianae, per quam homines ad agnitionem, et Cultum Veri Dei perducuntur, et sobri, ac pie, et juste vivunt in hoc saeculo; erexit Congregationem […](APF, Acta 3, f. 1r).

La idea de crear un Dicasterio en la Santa Sede que se ocupase, en nombre del Papa, de la misión o propagación de la fe, surge ya al español Raimundo Lull (1235-1315). Será él a proponer al Papa la institución de un gran centro misi onero en Roma. En el período de las grandes conquistas en América, la misión recibe un fuerte empuje con el nacimiento del Vicariato Regio Español y del Patronato Portugés. El Papa concede especiales privilegios a los monarcas de estos dos reinos y ellos, en cambio, se comprometen a apoda y finanziar la misión.

Los precedentes de la Congregación “De Propaganda Fide”

San Pio V, animado por San Francisco de Borja, General de los Jesuitas, erige una Congregación Cardenalicia que se ocupará de los asuntos espirituales de las misiones y otra para los asuntos de la Iglesia en Alemania y en los restantes paises protestantes.

Clemente VIII llega a instituir una Congregación de Propaganda Fide que tendrá una vida breve (1599-1604) a causa de la resistencia de las potencias del Patronato y de la muerte de suo animador, el Cardenal Giulio Antonio Santori.

La fundación del Dicasterio

Finalmente, el 6 de enero de 1622, Gregorio XV erige la Congregación de Propaganda Fide como órgano central y supremo para la propagación de la fe con una doble misión: trabajar por la unión con las Iglesias ortodoxas y protestantes y promover y organizar la misión entre los no cristianos. La particularidad de la nueva Congregación residirá en el hecho de que ésta será el instrumento ordinario y exclusivo de la Santa Sede para el ejercicio de su jurisdicción sobre todas las misiones.

La Congregación De Propaganda Fide estaba formada, según el acto de erección, por 13 Cardenales (de los cuales uno era el Prefecto), dos Prelados y un Secretario, a los cuales se añadirá poco después un Religioso Carmelita. Sucesivamente, en 1626, se añadirá un Protonotario y, en 1630, el Asesor del Santo Oficio que, desde ese momento será un miembro de derecho del Dicasterio.

La Congregación General

Los miembros de la Congregación se reunían en asamblea, denominada “Congregación General”, normalmente una vez al mes, a menudo “coram Sanctissimo” (en presencia del Papa), para tratar sobre los asuntos más importantes. De 1953 a 1967, la reunión mensual de los membro del Dicasterio se denominó “congregación plenaria”. Desde 1968, tal denominación se reserva a las asambleas anuales del nuevo cuerpo constitutivo del Dicasterio, introducido por el Concilio Vaticano II y compuesto por Cardenales, 12 Obispos Misioneros, otros 4 Obispos, 4 Religiosos Superiores Generales, 4 Directores Nacionales de las Pontificias Obras Misioneras y por el Secretario del Dicasterio. Las asambleas mensuales se denominan en la actualidad “Congregación Ordinaria”.

Las Congregaciones Particulares

Las cuestiones que exigían un estudio más profundo, eran confiadas a una Comisión especial de Cardenales y de otras personas competentes en la materia, las cuales formaban una llamada “Congregación Particular”. Tales comisiones se constituían “ad hoc” y se disolvían después de haber realizado su misión. Solo para los asuntos de Extremo Oriente se instituyó una congregación particolar permanente hasta 1856.

El Congreso

El Cardenal Prefecto, junto con el Secretario y los Minutanti (los cuales se reunen una vez a la semana), se occupan de los asuntos ordinarios que se refieren a la misión. Aquellos problemas y cuestiones que requieren la intervención pontificia son propuestos por el Cardenal Prefecto al Sumo Pontífice en la llamada “Audiencia”. En todos los casos anteriormente indicados, la Congregación comunica a la parte interesada, mediante carta, decreto, instrucción o circular, las decisiones tomadas.

La obra del primer Secretario

Fue precisamente Mons. Francesco Ingoli, primer Secretario del Dicasterio (1622-1649) el que se preocupó de recoger –desde el inicio de la actividad de la Congregación- dirigiéndose a los cucio, a los superiores generales de las diversas Ordenes Religiosas y a los misioneros, las necesarias informaciones sobre la situación eclesial y misionera de cada uno de los territorios de misión. Se puede decir que Propaganda Fide era el Dicasterio mejor informado de toda la Curia Romana.

Dandose cuenta ya entonces de que toda esta documentación sería importante para la Congregación (no solo para organizar un preciso programa de trabajo y una actividad efiucaz, sino también sucesivamente para la historiografia, Mons. Ingoli recogía, además, todos los documentos que se referían a la actividad de la Congregación misma: relaciones, cartas, súplicas de los misioneros, actas de las riunione de los membro y del personal del Dicasterio, registros y copias de sus cartas, isnstrucciones, circulares, decretos, etc. De esta forma, Mons. Ingoli ponía las bases del Archivo Misionero de la Congregación del que fue, él mismo, el primer archivero.

Nace de esta forma una colección de documentos sobre los paises de misión y los pueblos dependientes de la Congregación sin igual en toda la Iglesia y quizá también, en todo el mundo, que conserva no solo informaciones de tipo misi onero y eclesial, si no también de carácter cultural, etnográfico, geográfico, etc. de inestimable valor para todos los territorios de misión: Africa, Asia, Oceanía, América del Norte –Estados Unidos y Canadá- (a excepción de América Central y del Sur), Europa del Norte y del Este. La documentación comprende un período cronológico que se extiende –dependiendo del inicio de la obra misionera en cada uno de los respectivos paises – desde 1622 hasta la actualidad. Se puede calcular aproximativamente que la documentación llega a 10 millones de documentos conservados en unos 12.500 volúmenes.

Propaganda Fide durante la Revolución Francesa y la época napoleónica

Uno de los aspectos que es importante mencionar respecto al empeño de la Congregación durante el siglo XVIII es la con stancia con que ésta insistía en la erección de escuelas en los territorios de misión, considerándolas un medio importantísimo para el desarrollo de la población y para la propagación de la fe. Además, en el mismo siglo, el Dicasterio prohibió la trata de los esclavos (en la que veía un gravísimo obstáculo para la misión) contribuyendo de esta forma, con sus intervenciones energicas y reiteradas, a la abolición de la esclavitud. Del mismo modo, el Dicastero, insistía en prohibir a sus misioneros mezclarse en cualquier modo en cuestiones políticas.

El final del siglo XVIII, el período de la Revolución Francesa, fue un período particolarmente oscuro y difícil en la historia de la Iglesia, para las misiones en general y para la Congregación de Propaganda Fide en particolar. El Papa Pio VI, que había sido depuesto y arrestado por los revolucionarios franceses el 15 de febrero de 1798, muere en prisión el 29 de agosto de 1799. El 15 de marzo de 1798, la Congregación de Propaganda Fide será también suprimida por el “ciudadano” Haller por ser un “établissement fort inutile” y el Prefecto del Dicasterio, el Cardenal Gerdil, será enviado al exilio fuera de Roma.

El Cardenal Stefano Borgia, Prefecto

En esta difícil situación, Pio VI, nombra Pro-Prefecto del Dicasterio, el 15 de enero de 1799, al cardenal Stefano Borgia, confiándole la dirección de todas las misiones y trasladando provisionalmente la Congregación a Pádua.

El mayor mérito del cardenal Stefano Borgia, precedentemente Secretario del mismo Dicasterio de 1770 a 1789, como Pro-Prefecto y como Prefecto (1798-1804), fue el de salvar, en un momento tan crítico, la existencia de la misma Congregación. Era uno de los cardenales más cultos de todos los tempo por su competencia en casi todos los campos del saber. El cardenal crea en la casa paterna de Velletri (cerca de Roma) un museo en el que recoge objetos antiguos, obras de arte y manuscritos, de los que se sirve para profundizar y hacer estudiar la cultura, la religión, la historia y los usos y costumbres de los diversos pueblos. Promueve la creación de obispos nativos en las misiones, la erección de jerarquías indígenas y la celebración de la liturgia en lengua vernácula. Se preocupó también de establecer una buena relación con las potencias del Patronato (España y Portugal) para poder trabajar, en armonía con ellas, en favor de la propagación de la fe cristiana.

Después de la vuelta a Roma, en el mes de julio del 1800, del nuevo Papa Pio VII, vuelve también el cardenal Borgia, el cual, inmediatamente después de la retirada de las tropas francesas de Roma (ocupada de 1798 a 1800) comienza a comprar nuevamente las antiguas propiedades de Propaganda, puestas a pública subasta por los franceses, especialmente los preciosos códices, manuscritos, libros y muebles, comenzando también a reconstruir el Dicasterio y a ocuparse de los problemas misioneros más urgentes.

La forma de comportarse de Napoleón respecto a Propaganda fue completamente diversa de la usada por la Revolución Francesa: pensó sacar provecho de la organización, que admiraba, y de las relaciones internacionales de la Congregación. Por lo tanto, Napoleón no suprimió la Congregación, sino que le permitió continuar con su actividad, declamando incluso “imperiales” sus gastos y los del Colegio Urbano, nombrando además una comisión especial para la administración del patrimonio de Propaganda. De todas formas, los daños materiales sufridos nuevamente por Propaganda fueron ingentes durante este período (1808-1814): todo el archivo había sido transportado a París y, cuando volvió a Roma, en 1815, faltaban muchos documentos.

La Congregación para la Evangelización de los Pueblos o ”De Propaganda Fide” en la actualidad

Actualmente los territorios dependientes de la Congregación, llamada después de la reforma de la Curia efectuada por Pablo VI Congregación para la Evangelización de los Pueblos o “De Propaganda Fide” y, desde la Constitución Apostólica Pastor Bonus de Juan Pablo II, simplemente Congregación para la Evangelización de los Pueblos, comprenden algunas regiones de Europa suroriental y de América, casi toda Africa, Extremo Oriente y Oceania, exceptuando Australia y casi todas las Islas Filipinas.

La Congregación se ocupa de dirigir y coordinar en todo el mondo la obra de la evangelización de los pueblos y la cooperación misionera, exceptuando aquello que es competencia de la Congregación para las Iglesias Orientales. Además, el Dicastero tiene directa y exclusiva competencia en sus territorios, a excepción de aquello que se refiera a los restantes Dicasterios de la Curia Romana.

La Congregación erige y divide en sus territorios las circunscripciones misioneras según sea necesario; preside cuanto se refiere al gobierno de las misiones; examina las cuestiones y relaciones enviadas por los Ordinarios, los Nuncios y las Conferencias Episcopales; cuida las cuestiones relativas a la vida cristiana de los fieles, la disciplina del clero, de las asociaciones caritativas y de Acción Católica; controla el funcionamiento de las escuelas católicas y de los seminarios.

 

Card. Borgia (1798-1804)
Card. Cappellari (1826-1831)
Card. Fransoni (1834-1856)
Card. Ledochowski (1892-1902)
Card. Gotti (1902-1916)
Card. Fumasoni-Biondi (1933-1960)
Card. Rossi (1970-1984)